El espíritu del relato de «todavía hay jueces en Berlín» vive en la aplicación de la Ley de Habeas Corpus en España
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17/11/2024 05:35
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Actualizado: 17/11/2024 00:18
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En 1747, Federico II el Grande, rey de Prusia y símbolo del Despotismo Ilustrado, inauguró el Palacio de Sanssouci en Potsdam, su ansiada residencia para escapar de la Corte de Berlín. Sin embargo, la tranquilidad se vio alterada por el ruido de un molino cercano.
En consecuencia, el kaiser trató de comprarle el molino a su propietario, pero este se negó. Federico II, exasperado por la tozudez del molinero tras una corta reunión, le amenazó:
– Si no es por las buenas, lo tomaré por las malas.
El campesino le contestó:
– Señor, eso lo podríais hacer vos si no hubiera jueces en Berlín.
De esa manera, el molinero expresó su confianza en los jueces, símbolo del respeto a la ley y garantía esencial del Estado de Derecho.
La madrugada del pasado viernes, se produjo una expresión de este espíritu del imperio de la ley y de la tutela judicial efectiva en España, una de muchas que se suceden y que, sin embargo, pasan desapercibidas.
Yasin E.F. había acudido a un Juzgado de Fuenlabrada, población al sur de Madrid, capital, para cumplir con la obligación de comparecencia periódica que el Juzgado de Instrucción 1 de Navalcarnero le había impuesto tras su detención, el pasado mes de agosto.
El hombre estaba siendo investigado por un delito contra la salud pública en su modalidad de tráfico de sustancias estupefacientes que no causan grave daño a la salud. Está personado, con procurador y abogado, en dicha causa.
Acudió a los juzgados de Fuenlabrada porque es la población en la que reside con su familia.
Navalcarnero se encuentra aproximadamente a 20 kilómetros al oeste de Fuenlabrada. Suele ser lo normal en casos como estos para potenciar la eficacia de la justicia y disminuir las molestias, en la medida de lo posible.
La sorpresa para Yasin E.F. es que cuando estaba cumpliendo con lo impuesto por el juez de Navalcarnero –acudir en tiempo y forma para dar cuenta del cumplimiento de lo ordenado como condición para seguir en libertad–, se vio detenido por la Guardia Civil y conducido a uno de sus calabozos en el cuartelillo de Arroyomolinos.
Como ya sabemos por las películas, Yasin E.F. pudo hacer la consiguiente llamada a su abogada, Beatriz Uriarte, de Ospina Abogados, como manda la doctrina Miranda, mundialmente aplicada en países democrático.
NO SE PUDO DESFACER EL ENTUERTO DE FORMA TELEFÓNICA
Uriarte primero trató de desfacer el entuerto telefónicamente.
– La detención es un error. Mi cliente está siendo investigado por el Juzgado de Instrucción 1 de Navalcarnero por esto por lo que ahora ustedes lo han detenido cuando estaba cumpliendo con las condiciones impuestas por su Señoría –le dijo al sargento del puesto.
– Hoy se queda detenido y punto –le contestó el suboficial de forma tajante.
Ante ese escenario, Uriarte se trasladó al cuartelillo pero no consiguió nada.
En consecuencia, acudió ante la juez de guardia, la magistrada María Dolores Nortes Nolasco, titular del Juzgado de Instrucción 6 de Fuenlabrada, e interpuso la consiguiente solicitud de habeas corpus.
La Ley de Habeas Corpus es el escudo protector que poseemos todos los españoles contra detenciones arbitrarias e ilegales. Garantiza que cualquier persona detenida o privada de su libertad sea presentada de forma inmediata ante un juez para que evalúe si dicha privación de libertad es conforme a la ley.
La magistrada, como suele ser preceptivo, le trasladó a la fiscal de guardia la solicitud de habeas corpus para conocer su opinión.
Y la fiscal lo vio claro.
Era evidente que los agentes de la Guardia Civil que arrestaron a Yasin E.F. desconocían los pormenores del procedimiento abierto en el Juzgado de Instrucción 1 de Navalcarnero.
No sabían que estaba personado y que había sido para declarar el próximo 11 de diciembre.
Los hechos por los que fue detenido eran los mismos del Juzgado de Navalcarnero.
Yasin E.F. no fue sorprendido fortuitamente en los Juzgados de Fuenlabrada sino que estaba cumpliendo con un requerimiento judicial; no estaba fugado, tenía domicilio conocido y no había riesgo de fuga.
La fiscal apoyó la solicitud de habeas corpus.
La magistrada no tuvo tampoco ninguna duda: «Se admite el habeas corpus formulado por la letrada de Yasin E.F. y se declara que su detención es ilegal por lo que debe acordarse su inmediata puesta en libertad».
Esa noche Yasin E.F. no la pasó en los calabozos de la Guardia Civil que, evidentemente, habían sufrido una comunicación deficiente.
Como en Berlín, esa noche se probó que también hay jueces en Fuenlabrada, España.
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