Firmas

Opinión | CDL: «Clerks», los que manejan el cotarro en las «chambers» de Inglaterra y Gales (y II)

Opinión | CDL: «Clerks», los que manejan el cotarro en las «chambers» de Inglaterra y Gales (y II)
Josep Gálvez, abogado español y "barrister" de la Chambers de 4-5 Gray's Inn Square de Londres, cierra, con esta segunda columna, una buena descripción del papel de los "clerks" en el sistema profesional legal inglés y galés. Son el auténtico poder en la sombra. Foto: JG.
13/5/2025 05:40
|
Actualizado: 12/5/2025 22:40
|

Tras la guerra, durante una entrevista, el mítico mariscal británico Bernard Montgomery -Monty para los amigos- explicó cómo clasificaban los franceses a sus generales.

“Hay dos clases”, decía con esa mezcla de superioridad y flema que sólo un británico puede exhibir sin que le partan la cara.

«El primer tipo es ‘le bon general ordinaire’, es decir, el buen general. Excelente siempre que alguien le diga qué hacer, le supervise y le impida estropear las cosas».

«Pero luego está ‘le grand chef’, el gran jefe; que sabe exactamente qué hacer y sólo necesita una directriz para las siguientes dos o tres semanas y no hace falta volver a preocuparse por él».

Pues algo parecido sucede con los ‘clerks’ de una ‘chambers’ inglesa, que es quien garantiza que todo esté previsto, previsto y nuevamente previsto; es el estratega para que todo funcione.

En España muchas veces nos lanzamos al ruedo jurídico confiando en la Virgen del Carmen nos ampare, mientras que en Londres, el ‘clerk’ ya ha solucionado el problema antes de que se plantee.

Y es que aunque sus galones no sean visibles, tiene autoridad de mariscal y encarna a ese ‘grand chef’ que señalaba Montgomery ya que no requiere de instrucciones constantes.

En otras palabras, le dan la responsabilidad y desaparece en la niebla londinense para plantarse unas semanas después en pleno Berlín.

EL ‘CLERK’: UN OFICIO TAN BRITÁNICO COMO EL ‘FISH & CHIPS’

Quien intente buscar en los códigos ingleses o en manuales jurídicos la descripción exacta del ‘barristers’ clerk’ perderá el tiempo.

El ‘clerk’ no es una figura regulada; es más, su existencia se ha mantenido viva gracias al respeto supersticioso de los ingleses por las costumbres y las tradiciones en las ‘chambers’ inglesas.

Un auténtico misterio para los abogados continentales, y un enigma irresoluble para cualquier español acostumbrado a que la estructura jerárquica venga impuesta por la ley y los reglamentos.

Por el contrario, en Inglaterra y Gales, el ‘clerk’ es tradición viva, como los pubs de madera oscura y las moquetas mullidas en los baños.

Curiosamente, el acceso a esta profesión no tiene parangón en ningún otro país civilizado ya que aquí no hay grados, ni másteres, ni programas de formación homologada que valga.

De hecho, se entra como ‘dogsbody’ y que es el equivalente al chico de los recados.

Este término tiene su origen en la Royal Navy británica y se refería a una comida servida a los marineros de menor rango, un delicioso puré de guisantes amarillos.

Los desafortunados destinatarios de tal exquisitez apodaron al plato “dog’s body”, es decir, algo tan repugnante que ni un perro lo aceptaría.

De ahí, el término se trasladó con malicia a cualquier persona forzada a realizar las tareas más ingratas y  tediosas en cualquier cadena de mando.

Total que el aprendiz de ‘clerk’ comienza su andadura cargando expedientes, asegurándose de que los documentos lleguen al tribunal, contestando teléfonos y, sobre todo, desarrollando un sentido arácnido para detectar problemas.

Y es que la carrera del ‘clerk’ se basa en una extraña mezcla de picardía, muchas horas en la universidad de la vida y una resistencia psicológica a prueba de bombas.

Los que consiguen aguantar el ritmo de las ‘chambers’ pasan a convertirse en un tiempo en ‘junior clerks’.

En esta fase ya se les permite tocar temas sensibles como gestionar agendas de los ‘barristers’, ayudar a asignar casos y la siempre delicada tarea de aguantar la chapa de los ‘solicitors’, nada fácil.

El ‘junior clerk’ aprenderá a saber qué ‘barrister’ es el más adecuado para cada caso, anticipar conflictos de intereses y, por supuesto, negociar los honorarios sin romper nunca la tradicional cortesía británica.

Y en la cima de esta particular cadena trófica, como un torero que ya no se inmuta ni ante el toro más salvaje, se encuentra el ‘senior clerk’.

Este es el auténtico eje de unas ‘chambers’ ya que decide en última instancia cómo se reparten los casos, controla las negociaciones de honorarios y, en no pocas ocasiones, marcará la diferencia entre un ‘barrister’ que alcanza el estrellato o uno que se pasa la vida defendiendo pleitos menores en tribunales de provincias.

Por supuesto, la jerarquía interna no se discute, se acata.

Un ‘barrister’ por muy KC que sea puede quejarse en privado, pero jamás desautorizará públicamente a su ‘clerk’, salvo pena de excomunión.

Stephen Somerville, «senior clerk» de la 4-5 Grays Inn Square Chambers en la que presta sus servicios el autor de esta columna, el «barrister» español Josep Gálvez. Foto: Emily Martin.

EL REY EN LAS SOMBRAS DE LAS ‘CHAMBERS’

Ciertamente, visto desde el continente, todo ‘clerk’ vendría a ser un mero gestor administrativo al servicio del ‘barrister’.

Pero la realidad, como ya estarán viendo, es exactamente la contraria.

El ‘senior clerk’ es el guardián del templo, el árbitro de la carrera de los ‘barristers’ y el estratega en la sombra que determina qué casos entran y cuáles quedan fuera de su alcance.

Los ‘barristers’ más veteranos lo saben y, aunque jamás lo reconocerían ante terceros, dependen de su ‘clerk’ como si fuera una extensión imprescindible de su capacidad de maniobra en el mercado legal británico.

Y lógicamente, en las ‘chambers’, todos vivimos en una tensión permanente donde la rivalidad es soterrada pero feroz.

Porque, en definitiva, en nuestras respectivas áreas de práctica, todos competimos contra todos, tanto dentro como fuera de nuestras ‘chambers’.

Por eso, una de las armas más temidas del senior clerk es el famoso “ice treatment”.

Si un ‘barrister’ osa desafiar sus decisiones o muestra deslealtad hacia la ‘chambers’, el castigo es silencioso y devastador: días, semanas e incluso meses sin recibir un solo caso relevante.

Sin alzar la voz, sin una nota oficial, el ‘barrister’ queda congelado en su práctica.

Ni en la más maquiavélica de las intrigas del infame Ministerio de Justicia español se ha perfeccionado una técnica de estímulo tan elegante.

Como se dice de por aquí: “el silencio es la más brutal de las respuestas”.

Por ello, el ‘clerk’ debe ser un maestro de la ‘logístic’ y sobre todo un experto en relaciones humanas para gestionar lo más complicado que hay: el ego del personal.

La clave de su éxito sigue siendo la misma desde hace siglos: poder absoluto dentro de las ‘chambers’, invisibilidad total hacia el exterior.

En fin, ya habrán visto que el ‘clerk’ representa la quintaesencia de lo que hace único al derecho inglés: una mezcla explosiva de tradición, pragmatismo y jerarquía informal.

Sin reglamento escrito, sin estatus oficial, sin reconocimiento académico, pero con un poder fáctico que haría palidecer a cualquier autoridad del continente.

El ‘clerk’ es la figura que garantiza la continuidad silenciosa del sistema desde hace siglos.

Así, mientras los ‘barristers’ litigan en los tribunales y los jueces dictan sentencias, el ‘clerk’ asegura que todo ocurra a su debido tiempo, en el lugar correcto y con el profesional más adecuado, sin reclamar jamás el protagonismo.

Una lección difícilmente reproducible en el entorno jurídico ibérico, donde a cualquiera se le suben los galones a la cabeza para advertir a la menor ocasión aquello de “usted no sabe con quién está hablando”.

Por el contrario los ‘clerks’ son invisibles, pero dentro de las ‘chambers’ nadie tiene mayor influencia.

Desde el chaval que empieza llevando cajas hasta el ‘senior clerk’ que decide qué abogado merece liderar un caso mediático, todos forman parte de una estructura que funciona como un reloj suizo.

Una figura oculta que en Inglaterra y Gales sigue vigente, con resultados difícilmente cuestionables.

Y el hecho de que usted seguramente no haya oido hablar nunca de ellos es la mejor prueba.

Hasta la semana que viene, mis queridos anglófilos.

Josep Gálvez es «barrister» en las Chambers de 4-5 Gray’s Inn Square en Londres y abogado español. Está especializado en litigios comerciales complejos y arbitrajes internacionales. Interviene ante los tribunales de Inglaterra y Gales, así como en España, y actúa también como ‘counsel’ y árbitro en disputas internacionales en las principales instituciones de arbitraje.

Otras Columnas por Josep Gálvez:
Últimas Firmas