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Igualdad y conciliación: un camino por andar

Igualdad y conciliación: un camino por andar
Exterior del edificio del Consejo General del Poder Judicial, en la madrileña calle de Marqués de la Ensenada, 8, donde la Asociación Clara Campoamor presentó su denuncia contra la magistrada de Violencia sobre la Mujer. Confilegal.
20/11/2016 05:55
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Actualizado: 31/3/2022 14:55
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En esta semana que termina, se han celebrado con gran éxito las jornadas organizadas por el grupo de igualdad y conciliación de la Asociación Profesional de la Magistratura bajo el título «Mujer, sujeto de Derecho», y en el que desde distintas perspectivas la mujer ha sido el centro de todas las intervenciones.

La mujer como víctima de conductas delictivas que se ceban en la mujer por el mero hecho de serlo: actos de violencia física, conductas de acoso en el trabajo y hostigamiento que vejan y acorralan psíquicamente a la mujer; hemos escuchado la triste historia de esas mujeres que, huyendo de la miseria y de la pobreza de sus países, con la esperanza de ayudar a sus familias, viajan a Europa con el sueño de vivir una vida mejor y sufren porque su sueño pronto se convierte en pesadilla y en medio de un infierno son obligadas a ejercer la prostitución, trabajando a destajo, sin descanso, maltratadas, humilladas y vejadas hasta hacerles sentir que no valen nada.

Conductas todas ellas deleznables que, como juristas, nos llevan a reflexionar y asumir el compromiso de buscar respuestas certeras, severas y efectivas para luchar contra esta lacra que nos degrada como seres humanos.

Hemos debatido también sobre la igualdad del hombre y de la mujer en el mercado laboral, en el ejercicio de su actividad profesional, sobre las políticas de conciliación, y sobre el tratamiento de la igualdad en los medios de comunicación.

Es cierto que nuestra Constitución desde 1978 consagra la igualdad como un derecho fundamental, de hombres y mujeres; no puede negarse tampoco que se ha producido un cambio radical en las estructuras de trabajo en las últimas décadas, pues a la mujer española se nos atribuía, casi de forma exclusiva y excluyente, la tarea de ser madres, esposas y amas de casa, y cuando la legislación laboral nos permitía trabajar fuera del hogar familiar, se hacía desde el proteccionismo y casi el paternalismo.

Hoy la mujer en España puede acceder al mercado de trabajo en igualdad de condiciones legales que el hombre, pero todos somos conscientes de que esta igualdad legal no se traduce siempre en la igualdad real.

Políticas activas y positivas

Para que esta realidad cambie son precisas políticas activas y positivas que hagan efectiva esa igualdad de hombres y mujeres. Es necesario implementar medidas legales que hagan posible la conciliación de nuestra vida profesional con nuestra vida personal y familiar.

No una conciliación dirigida a las mujeres, o sólo a las mujeres.

Cuando hablamos de conciliación, como elemento esencial e integrador del derecho fundamental a la igualdad, no debe perderse de vista la necesaria corresponsabilidad de hombre y mujer en el cuidado y atención de la familia, no sólo de los hijos, también de los mayores a nuestro cargo; en ocasiones, cuando hablamos de políticas de conciliación, pensamos en la concesión de reducciones de jornada, en excedencias voluntarias por cuidado de hijos, en permisos de paternidad y maternidad, etc.

Y lo hacemos en la creencia de que estas medidas ayudan a la mujer a conciliar su vida profesional con su vida personal y familiar; no puede negarse que así es pero la realidad es tozuda y nos dice que quienes conciliamos, en la mayoría de las ocasiones, somos las mujeres; quienes estamos pidiendo estas reducciones de jornada, somos prioritariamente las mujeres; quienes solicitamos la excedencia voluntaria somos las mujeres.

Por ello, las políticas que se implementen en las empresas, en la función pública y en la carrera judicial, deben orientarse decididamente a hacer posible esa efectiva conciliación.

En estas jornadas hemos conocido las medidas que se están adoptando en algunas de las grandes empresas de nuestro país, como la flexibilización del horario de trabajo, la recompensa con días de ausencia al centro de trabajo, permitiendo al trabajador continuar su actividad desde su casa, cuando han existido unos picos de sobreesfuerzo en la actividad desempeñada, y con la dotación previa a sus trabajadores los medios técnicos y dispositivos tecnológicos necesarios que les permiten trabajar desde su casa; facilitando así a sus trabajadores, hombres y mujeres, esa necesaria conciliación de su vida familiar y personal con su trabajo.

Flexibilización del horario de trabajo y dotación de medios son esenciales en la realidad social y tecnológica de nuestro tiempo para que esta conciliación sea real.

Desde la Asociación Profesional de la Magistratura venimos reclamando las reformas legales, con la dotación presupuestaria necesaria, para qué, como medidas activas, todos los hombres y mujeres que integramos la carrera judicial, seamos iguales, en el momento de acceder a la misma, pero también después, en el desempeño diario de nuestra función.

Y para ello, no podemos engañarnos, es preciso que desde el Consejo General del Poder Judicial se fije definitivamente nuestra carga de trabajo, de forma razonable, que tenga en cuenta nuestra salud y riesgos laborales, y también la necesidad de que las políticas y derechos que en esta materia estamos reconociendo en nuestras resoluciones a todos los ciudadanos, se nos reconozcan también a nosotros porque quienes formamos esta carrera no debemos ser ciudadanos de segunda ni negarnos el disfrute de los derechos esenciales.

Efectivamente, en materia de igualdad y conciliación queda un camino por hacer; un camino que debemos hacer todos juntos, sin sesgo político o ideológico alguno, porque la defensa y tutela de los derechos fundamentales, y la igualdad y la conciliación lo son, es tarea de todos.

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