La prisión de Estremera «es un infierno», según afirma el comisario jubilado Villarejo

La prisión de Estremera «es un infierno», según afirma el comisario jubilado Villarejo

El excomisario teme por su vida y denuncia torturas y trato degradante en la prisión de Estremera
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20/12/2018 06:15
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Actualizado: 20/12/2018 02:01
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Desde que José Manuel Villarejo ingresara en el centro penitenciario de Estremera el pasado noviembre de 2017 para cumplir la medida de prisión preventiva decretada por el instructor de la investigación, el excomisario dice que su principal preocupación y meta es, «del alba al ocaso, salir con vida de este infierno de Estremera para poder defenderme, como reza nuestra Constitución, con todas las garantías, y si llegara el caso, a un juicio justo».

Este es uno de los ocho párrafos que componen el mensaje de Villarejo reproducido por su abogado Antonio José García Cabrera en el escrito presentado ante el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, cuyo titular es el magistrado Manuel García-Castellón.

En el escrito, al que ha tenido acceso Confilegal, denuncia que ha sufrido «torturas y trato degradante» y solicita que “se adopten las medidas de protección de la integridad física y moral del preso preventivo».

Se conoce después de que este jueves el director del centro notificara al juez su decisión de intervenir a Villarejo las comunicaciones «ante el riesgo de que el reo quebrante la seguridad del Estado».

Intención de provocarle un fallo de salud

En el mensaje que el excomisario ha hecho llegar a su abogado dice temer por su vida, teniendo en cuenta que es ‘vox populi‘ su problema de salud relacionado con una arritmia ventricular «que ya no controlo».

Cree que hay intención por parte de las autoridades «de hacerme cada día a partir de ahora la vida más difícil en prisión, provocándome algún tipo de fallo de salud».

«Cuesta creer que en un Estado democrático y de Derecho, alguno de sus altos cargos pueda imaginar siquiera la eliminación física de una persona inocente», añade Villarejo, que dice haber pensado en el reciente episodio del periodista saudí Jamal Khashoggi asesinado en Estambul el pasado 2 de octubre.

Advierte que, dado su «delicado» estado de salud, «se podría pensar en la existencia eventual de una muerte ‘normal’ en lo que habría sido una acción planeada y provocada» con la ingesta de medicamentos ya que, según explica, hay sustancias «que producen como resultado un infarto de corazón y/o cerebral».

«Mi estado general de inquietud me lleva a analizar los medicamentos que semana a semana se me suministran» denuncia.

«Tortura psicológica» de algunos funcionarios

Villarejo relata, además, varios episodios en los que denuncia que tras el ‘vis a vis’ familiar, ha percibido de funcionarios «muy concretos» conductas que «no puedo calificar sino de tortura psicológica».

«Me he sentido agredido, vulnerable, consciente de que en cualquier momento podía ser atacado físicamente por sujetos grandes, jóvenes, aparentemente fuertes, y en un espacio muy pequeño y cerrado», añade.

Se refiere en concreto a lo sucedido el pasado 26 de noviembre, cuando en la sala de cacheo «irrumpieron con las peores formas en la sala cuatro o cinco funcionarios provistos de dispositivos electrónicos de los que se utilizan para recuperar micrófonos que se clavan como chinchetas, así como con raquetas detectoras de metales».

Obligado a desnudarse «e incluso a agacharme pretextando que debía registrar todo mi cuerpo, varios de los funcionarios, cuando estaba completamente desnudo, con sorna y burla me miraban haciéndome sentir despreciado, cosificado y humillado. Uno de los funcionarios llegó a señalarle a su compañero: ‘venga, hay que pasarle la raqueta por los huevos de una puta vez'».

El otro episodio sucedió el pasado 20 de diciembre cuando uno de los funcionarios «se dirigió a mi con mirada retadora a escasos centímetros de mi cara mientras otro, más corpulento, abría un paquete de pañuelos y los tiraba uno a uno sobre la mesita donde estaban mis objetos personales mientras me susurraba, en tono amenazante y agresivo, que a partir de ahora lo iba ‘a pasar muy mal'».

Según Villarejo, este mismo funcionario le dijo que «‘gente muy importante había pedido al director’ que me sacara ‘el lugar donde tenía una copia de todo, y que si no cooperaba, iban a ponerme un compañero conflictivo en la celda y a los pocos días iba a estar aislado, incomunicado, solo’. Añadió que a mi ‘amigo’ el juez le quedaban dos telediarios».

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