El magistrado Javier Borrego pide amparo al Supremo contra el presidente de la Sala Tercera, Díez-Picazo
Luis María Díez-Picazo, presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Supremo, y Javier Borrego, magistrado de esa Sala.

El magistrado Javier Borrego pide amparo al Supremo contra el presidente de la Sala Tercera, Díez-Picazo

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02/9/2019 16:42
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Actualizado: 05/9/2019 13:55
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La Sala de Gobierno del Tribunal Supremo tendrá que pronunciarse ante el escrito dirigido por el magistrado de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Javier Borrego, quien ha pedido amparo contra el presidente de esa misma Sala, Luis María Díez-Picazo Giménez, el cual le maltrató públicamente en la Cafetería Genium, situada en la Plaza de las Salesas, 7, el 29 de julio pasado, en torno a las 9.30 de la mañana.

Allí se encontraba el magistrado desayunando en compañía de otra persona.

En el escrito de amparo, Borrego solicita a la Sala de Gobierno -compuesta por el presidente y el vicepresidente del Supremo, los cinco presidentes de Sala (en este caso Díez-Picazo tendrá que quedar fuera) y los cinco miembros electos- que examine lo ocurrido «por si pudiera existir materia disciplinaria» y, si es así, que se envíe al promotor de la Acción Disciplinaria.

Dicho escrito tiene fecha de 14 de agosto, complementa a otro anterior, que tiene fecha de 29 de julio y que fue presentado ante esa misma Sala de Gobierno.

En el primero, el magistrado cuenta que tras pedir la cuenta a la camarera le dijo que también se cobrara los cafés de Díez-Picazo, un magistrado de la misma Sala y una de las personas de máxima confianza del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes.

Borrego, que iba con otra persona del mundo judicial, al salir se dirigió a los tres y se despidió de su compañero y de la mujer, deseándoles «buenas vacaciones».

«NO TE DOY LA MANO Y ¡LARGO!, ¡LARGO DE AQUÍ!» – DÍEZ-PICAZO A JAVIER BORREGO

La sorpresa se produjo cuando Borrego se dirigió a Díez-Picazo y este le contestó de una manera menospreciativa y maleducada, por decirlo de forma «suave».

«Al pretender darle la mano a Don Luis María Díez-Picazo, no respondió a mi gesto, acodado en la esquina de la barra. Le pregunté: ‘¿no me das la mano?’, y me contestó: ‘no te doy la mano y ¡largo!», relata Borrego en su primer escrito.

Y añade: «Le dije que estábamos en un bar, un lugar público. Desabrido, me contestó, elevando el tono de voz: ‘¡largo, largo de aquí!’ y me hizo un gesto con la mano derecha y los dedos para que me fuera. Todos, incluidos la camarera, estábamos perplejos».

Las sensaciones del magistrado del Supremo fueron, comprensiblemente, muy malas.

En especial por el hecho de que el bar estaba muy concurrido y fueron muchas las personas que fueron testigos de lo sucedido.

«Me sentí mal, ante una conducta tan groseramente desconsiderada de un compañero Magistrado del T.S., que he querido esperar 24 horas antes de comunicar a esa Sala de Gobierno lo ocurrido ante compañeros y en presencia de una camarera, por trascender el ámbito exclusivamente privado«, señala.

DÍEZ-PICAZO «NO TRAGA» A BORREGO

El magistrado Javier Borrego recuerda en su escrito la conducta de Díez-Picazo que el 23 de mayo consiguió que la Sala de Gobierno votara -él también lo hizo, pese a ser parte interesada– remitir al promotor de la Acción Disciplinaria la remisión de unos supuestos hechos que sucedieron en el interior del despacho de Díez-Picazo, en el que estaban ellos dos solos, «por entender que existe materia disciplinaria» sobre su trabajo como juez, «absolutamente normalizado y al día desde el 28 del mismo mes de mayo».

Díez-Picazo es conocido entre los suyos por su visceralidad, sus prontos, estallidos de carácter y propensión a subir el tono de voz.

La Sala de lo Contencioso-Administrativo, que vivió tiempos de plena paz con los antecesores de Díez-Picazo –Ramón Trillo y José Manuel Sieira– nunca hasta ahora ha estado tan dividida y enfrentada.

Como prueba un botón: el resultado del fallido pleno de la Sala del pasado mes de noviembre, sobre el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, que dividió en dos a la Sala y que hizo intervenir al Gobierno después para «desfacer el entuerto».

La gestión de Díez-Picazo no augura su renovación al frente de la Sala, dentro de poco más de un año, cuando tenga que producirse.

BORREGO: EXJUEZ DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS

Javier Borrego es uno de los magistrados, con proyección internacional, con los que cuenta España.

Fue juez del Tribunal Europeo de Derechos Humanos entre 2003 y 2008. Tomó posesión de su actual destino, como jurista de reconocido prestigio -es abogado del Estado de procedencia- el pasado mes de diciembre, contando con el apoyo de 16 de los 21 vocales del Consejo.

Por problemas de adaptación al ritmo de la Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo -superados y convertidos en historia-, Díez-Picazo le dijo el 2 de abril que iba a contar al presidente Lesmes que no producía al ritmo exigido.

Una conversación que tuvo lugar en su despacho.

Díez-Picazo, 1,80 metros de estatura, y más de 90 kilos de peso, afirma que Borrego -1,75 metros, extremadamente delgado, sin sobrepasar los 65 kilos, y de carácter afable y tranquilo, le «cogió por los hombros y le empujó», impidiéndole que abriera la puerta.

El caso está sobre la mesa del promotor de la Acción Disciplinaria, que ha citado al magistrado Borrego para el próximo 4 de septiembre.

 

 

 

 

 

 

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