Condenado a 96 años de cárcel el ‘violador del ascensor’ por tres delitos de agresión sexual
En el juicio reconoció los hechos y dijo: "Tengo una obsesión que no puedo controlar"
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21/10/2019 12:43
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Actualizado: 28/10/2019 08:57
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La Audiencia Provincial de Madrid ha sentenciado a 96 años de prisión a Pedro Luis Gallego Fernández, conocido como el ‘violador del ascensor’.
Ha sido condenado por dos delitos continuados de agresión sexual, otro de agresión sexual, dos delitos de detención ilegal, otros dos de intento de detención ilegal, junto con dos delitos de lesiones y dos de robo con violencia.
El límite máximo de cumplimiento de la pena será de 25 años, si bien, según fija el tribunal, el cómputo de plazos aplicables a los beneficios penitenciarios, permisos de salida, clasificación en tercer grado y tiempo para la libertad condicional se referirán a la totalidad de las penas impuestas.
Asimismo, en atención a los delitos por los que ha resultado condenado, el tribunal impone a Gallego 10 años de libertad vigilada tras salir de prisión, así como la prohibición de residir en Madrid por un periodo de 35 años, computable desde la fecha de la firmeza de la presente resolución hasta 10 años después del cumplimiento efectivo de la penas impuestas.
La sentencia, que se ha conocido hoy, fue dictada el pasado 8 de octubre.
La firman los magistrados Pedro Javier Rodríguez González-Palacios (presidente del tribunal), Francisco-Jesús Serrano Gassent y María de la Almudena Álvarez Tejero, que ha sido la ponente.
Contra esta resolución cabe recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
El tribunal de la Sección Sexta de la Audiencia de Madrid considera probado que entre el 16 de diciembre de 2016 y el 14 de abril de 2017, el ‘violador del ascensor’ asaltó de manera violenta a cuatro jóvenes a punta de pistola con el propósito de obligarlas a mantener relaciones sexuales con él, llegando incluso a raptar a dos de ellas y llevarlas a un domicilio de Segovia.
Durante la celebración del juicio el condenado reconoció ser el autor de los hechos.
«Me considero culpable», afirmó Pedro Luis Gallego al ser preguntado por el tribunal el pasado 3 de octubre sobre los 15 delitos que suponen los hechos relatados en los escritos de acusación.
El caso quedó visto para sentencia aquel mismo día, después de que las acusaciones particulares renunciaran a la práctica de las pruebas en la sala, y tras declarar las cuatro víctimas y la inspectora de la Policía que llevó el atestado.
Su confesión expresa, junto con el abundante material probatorio, pericial y testifical, con especial relevancia de los informes de ADN realizados a cada una de las víctimas, ha sido suficiente para alcanzar el criterio condenatorio.
En su turno a la última palabra, el ‘violador del ascensor’ dijo que tiene «un problema psicológico» al sufrir «una obsesión que no puede controlar».
«Soy víctima de mí mismo. Me arrepiento haber nacido», afirmó.
Este individuo excarcelado tras el fin de la ‘doctrina Parot’, y cuenta con un amplio historial delictivo.
Fue condenado a 273 años de cárcel por los asesinatos de Leticia Lebrato, de 17 años, en Viana de Cega (Valladolid), y de Marta Obregón, de 22, en Burgos, así como por 18 agresiones sexuales.
Salió de Alcalá-Meco en noviembre de 2013, tras pasar 21 años entre rejas, en aplicación del fin de la Parot.
Cometió su primera agresión cuando tenía 19 años, en 1976, pero no ingresó en prisión hasta el 20 de junio de 1979.
Salió de la cárcel y volvió entrar en varias ocasiones tras reincidir en sus delitos hasta mediados de los años 90, cuando fue condenado y encarcelado.
Aprovechaba su profesión como mecánico de ascensores para acceder a los portales de sus víctimas.
Su ‘modus operandi’ para consumar su agresión era el de esperar a que entraran en el portal de su vivienda para, al llegar al ascensor, sujetarlas e introducirlas en el habitáculo para forzarlas de modo muy cruel, según testificaron sus víctimas.
Pedro Luis Gallego dijo en el juicio que «desde los 19 años» tiene «un problema psicológico» porque su vida «no ha sido normal» y nunca lo ha podido «resolver».
«Tengo una obsesión que no puedo controlar. Mi vida ha sido un fracaso y nunca he tenido armas para contrarrestar este impulso que no he podido controlar. Solicito que se me den programas de tratamiento, aunque quizá sea tarde porque moriré en prisión», expresó.
También señaló que se intentó quitar la vida porque no tenía que haber nacido.
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