Juzgada hoy una mujer por herir a su examante con unas tijeras por dejarla al enterarse de que estaba casada
Persiguió por la vivienda al examante, policía; éste cerró la puerta del salón golpeando con ella a la acusada, si bien ésta logró entrar pretendiendo lanzar más golpes con la tijera, lo que provocó que se iniciara un forcejeo que concluyó cuando el herido logró inmovilizarla y avisar a la Guardia Civil, según relata la Fiscalía.

Juzgada hoy una mujer por herir a su examante con unas tijeras por dejarla al enterarse de que estaba casada

La Fiscalía ha pedido 10 meses de cárcel por lesiones, y la acusación particular y la defensa se han adherido
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05/11/2019 12:05
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Actualizado: 05/11/2019 16:04
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Una mujer, que responde a las iniciales de M. E. L., ha sido juzgada hoy en Valladolid por presuntamente herir con unas tijeras a su amante -un policía- al poner fin éste a la relación sexual que mantenían tras enterarse de que estaba casada.

En el juicio, que se ha celebrado en el Juzgado de lo Penal número 1 de Valladolid, del que es titular la magistrada María de Lourdes Sol Rodríguez, la acusada ha manifestado que siente mucho lo ocurrido, que se puso nerviosa y «fue un acto reflejo», pero que en ningún momento quiso matarle.

La Fiscalía ha pedido 10 meses de cárcel por delito de lesiones, que se le prohiba aproximarse al hombre, R. G., a una distancia de 500 metros, así como acercarse a su domicilio, lugar de trabajo y comunicarse con él por cualquier medio durante un año y diez meses.

En concepto de responsabilidad civil, ha reclamado una indemnización de 50 euros por cada uno de los 20 días que el agente tardó en curar, así como que se indemnice a Sanidad de Castilla y León (Sacyl) en la cantidad que se determine en ejecución de sentencia por la asistencia sanitaria prestada.

Practicadas las pruebas testifical y pericial, tanto la defensa, como la acusación particular se han adherido a la petición de pena del Ministerio Público.

Inicialmente la acusación particular reclamaba 1o años de cárcel por presunta tentativa de homicidio y, subsidiariamente, dos años y medio por lesiones, y 6 meses por denuncia falsa.

El incidente recayó inicialmente en el Juzgado de Instrucción número 1, en funciones de guardia, pero luego pasó al Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1, dirigido contra el agente como consecuencia de una denuncia por agresión interpuesta por la acusada.

Practicadas las diligencias correspondientes, la denuncia de M.E.L. fue sobreseída en abril de 2018, como así luego ratificó la Audiencia Provincial de Valladolid de conformidad con el Ministerio Fiscal.

Los hechos ocurrieron el 26 de marzo de 2018, a primera hora de la mañana, en el piso del hombre, en un pueblo próximo a la capital, La Cistérniga.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, M.E.L., que había mantenido una relación meramente sexual con el policía a la que éste puso punto y final tras comprobar que ella estaba casada, acudió al piso de su examante para que éste retomara la relación, como así le había pedido insistentemente a través de llamadas y mensajes.

Indica que tras llamar de forma reiterada al timbre, él accedió finalmente a que entrara en la vivienda y una vez dentro se inició una discusión entre ambos.

Señala que en un momento dado M.E.L. sacó de su bolso unas tijeras de grandes dimensiones y las dirigió contra su examante rozándole el cuello.

El Ministerio Público relata que la acusada persiguió al hombre por la vivienda, y que éste cerró la puerta del salón golpeando con ella a la mujer, si bien ella logró entrar pretendiendo lanzar más golpes con la tijera, lo que provocó que se iniciara un forcejeo entre éstos que concluyó cuando el herido logró inmovilizarla y avisar a la Guardia Civil.

La Fiscalía informa que como consecuencia de estos hechos, el agente sufrió herida cortante superficial en la palma de la mano derecha, una herida en el codo izquierda, una puntada superficial en cara lateral del cuello y artritis traumática del cuarto dedo de la mano derecha.

LA VERSIÓN DE LA ACUSADA

La acusada ha manifestado ante la magistrada que aquella mañana se presentó en el chalé del que creía que seguía siendo su amante con el fin de pedirle explicaciones de su enfado con ella y para saber la razón de por qué no quería volver a verla.

Ha contado que una vez dentro de la vivienda se produjo el incidente cuando el agente la amenazó con llamar a la Guardia Civil si no se marchaba y señaló con el dedo de la mano la puerta de salida de la vivienda.

«Me dirigía a la puerta, cogí el bolso y al buscar las gafas me encontré unas tijeras», ha dicho, y ha añadido que al sentirse agarrada del brazo por R. G. reaccionó sin pensárselo asiendo las tijeras, de 20 centímetros de hoja, que dirigió al cuello de su examante.

La acusada ha reconocido que le pinchó con ellas, pero ha señalado que «fue un acto reflejo» por el «miedo» que le  provocó «su actitud».

«Fui a su domicilio para hablar con él, no para matarle», ha insistido.

Ha contado que forcejearon y cayeron al suelo, y ha asegurado que él la agarró del pelo y la arrastró por el suelo para situarse sobre ella cerca de media hora.

Los agentes de la Guardia Civil que acudieron en auxilio de R. G., agente de la Policía Municipal, han relatado que al llegar a la vivienda encontraron a la acusada en posición de cuclillas y con la cara ensangrentada, producto del golpe con una puerta al intentar defenserse la víctima.

Ambos han señalado que la acusada reconoció haber sacado unas tijeras y haber herido con ellas a su expareja.

«Nos dijo que se le había ido la cabeza», ha señalado uno de ellos.

LA DEL DENUNCIANTE

El hombre ha dicho que se vio obligado a franquear la puerta a la acusada para evitar que los timbrazos de ésta en su puerta pusieran en alerta a todo el vecindario.

Ha contado que que la relación acabó el día anterior, tras enterarse de que ella estaba casada, y que nada más entrar en su casa pidió a la acusada que se marchara bajo amenaza de llamar a la Guardia Civil.

Ha dicho que la mujer, lejos de atender sus requerimientos, sacó de improviso unas tijeras de su bolso y se las clavó en el cuello, si bien se trató de una lesión superficial.

También ha añadido que tuvo que forcejear con ella para evitar que volviera a acometerle con ellas.

«Me costó reducirla y lo conseguí sólo cuando ella, que pretendía volver a coger las tijeras, comenzó a sentirse cansada», ha explicado R. G., que ha calificado a la agresora como una persona «muy celosa».

Ha relatado que quedaba con ella una vez por semana. «Era una mera relación carnal. No quedábamos para tomar un café, señoría, quedábamos para lo que quedábamos», ha explicado.

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