Olga Maeso, policía de los «Mossos», denuncia públicamente haber sido acosada por un superior
EL CASO ESTÁ JUDICIALIZADO; EL JUICIO HA SIDO FIJADO PARA EL 6 DE MAYO DE 2020
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05/11/2019 14:26
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Actualizado: 05/11/2019 18:17
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La policía catalana, Olga Maeso, ha remitido a Confilegal esta carta denunciando su situación dentro de los «Mossos d’Esquadra» y nos pide que la publiquemos tal cual. Por su importancia y su relevancia social, accedemos a su requerimiento.
La justicia tendrá la última palabra el 6 de mayo de 2020, que es cuando se ha fijado el juicio. Así lo explica la agente Maeso de su propio puño y letra:
Llevo meses dándole vueltas, intentando hallar la manera de contaros lo que me ha sucedido, sin dañar la imagen del cuerpo de los Mossos d’Esquadra, un colectivo al que estoy orgullosa de pertenecer.
Esta tarea se vuelve aún más difícil cuando eres madre de mellizos y, por la noche, que es el único momento que tienes un rato libre para escribir, notas que mientras tecleas las letras en el ordenador, el cansancio empieza a hacer mella y las frases de la pantalla se empiezan a desdibujar.
Creo que es necesario dejar claro que en mi escrito hablaré de un grupo de personas, los cuales no representan a un colectivo formado por miles de grandes profesionales.
Pero antes de continuar, me presentaré, me llamo Olga Maeso, tengo 37 años y hace 10 años que trabajo como Mossa d’Esquadra.
He estado destinada a seguridad ciudadana, ARRO (Área central de Recursos Operativos), he sido monitora de tiro y he trabajado como ayudante del jefe de la ACSO (Área Central de Soporte Operativo que engloba las unidad de tiro, canina, acuática, montaña, aérea y subsuelo).
Soy licenciada en ADE y actualmente estoy cursando el grado de Psicología.
Permíteme que sea algo osada y te robe una parte más de tu valioso tiempo para que me conozcas un poco mejor y entiendas qué es lo que me mueve en cada una de mis acciones.
Me considero una mujer emprendedora y proactiva.
Siempre he creído que todas las empresas tienen margen de mejora y que somos los propios trabajadores los que conocemos en profundidad su dinámica por lo que podemos aportar sugerencias útiles, que ayuden a optimizar su funcionamiento.
Al hacerme policía, me entristeció ver que la gente no valoraba nuestro trabajo y había una pregunta que me hacía continuamente.
¿Cómo puede ser que personas que nos dedicamos a ayudar a los demás, poniendo a veces nuestra vida en riesgo, al igual que el resto de servicios de emergencias, seamos los peores vistos?
Luego reflexioné e hice autocrítica.
Las personas solo valoran aquello que conocen, por lo que no podemos pretender que la gente nos quiera si no les mostramos lo que hacemos.
Para ponerle remedio, escribí dos libros describiendo los diferentes servicios que había realizado como policía y el aprendizaje que había sacada de cada uno de ellos.
Evidentemente, para ello solicité el consentimiento de mis superiores.
Dos años más tarde, me di cuenta de que no solo había el problema de valoración externa, sino también interna.
Muchos de los compañeros tenían la sensación de que a los mandos del cuerpo no les importaban sus opiniones ni su bienestar.
Para mejorar la parte exterior, antes hay que cuidar el interior, por lo que hice un proyecto de mejora del cuerpo de Mossos d’Esquadra, que envié al que era entonces jefe del cuerpo.
En él exponía diferentes métodos para hacer partícipes a los efectivos del cuerpo en algunas de las decisiones que tomaba el cuerpo.
Era una manera de motivarles y de demostrar que su opinión contaba.
Por otro lado, a nivel externo, proponía una recogida de información y luego diferentes maneras de acercar nuestra profesión a los demás.
Me consta que el departamento de comunicación, utilizó varias de mis propuestas.
Ser una persona proactiva tiene muchos beneficios y, uno de ellos, es que te acaban contactando personas de diferente sectores para que participes en sus proyectos.
Eso me pasó a mi, a raíz de haber escrito mis libros, me ofrecieron colaborar en el programa de televisión Hora Punta de La 1 de TVE.
En ese momento, todo iba bien, estaba muy contenta en todos los aspectos de mi vida.
A nivel personal, estaba enamorada y buscábamos tener un hijo.
En lo laboral, tenía plaza ganada en la ARRO (área regional de recursos operativos), una unidad en el que algunas de nuestras tareas eran hacer controles, patrullaje, asalto a domicilio, etc.
EL INSPECTOR DE LA ARRO COMENZÓ A ACOSARLA
Pero mi felicidad se vio truncada cuando empezó a acosarme laboralmente el inspector de la ARRO.
Hay un proverbio japonés que dice “el clavo que sobresale es el que recibe más golpes” y doy fe de que es así.
Coincidió con el momento que empecé a tener éxito con mis libros y salir en televisión. En esa época me tuvieron que operar por motivos de salud y llamé al trabajo para pedir que no me convocaran para trabajar, ya que todavía no estaba físicamente recuperada.
Les envié un documento de un médico que certificaba que había sufrido una intervención quirúrgica y decía que evitara cualquier tipo de actividad física que conllevara mover levantar brazos y/o realizar esfuerzos con los mismos.
El inspector hizo caso omiso, y pese a acreditar mi estado físico, autorizó que me convocaran a trabajar en la semana que tenía planificada fiesta, en turno de noches.
Lo primero que pregunté esa noche cuando llegué al servicio, al mando que estaba de responsable, era si faltaban efectivos en ese turno y él me contestó que no.
No me lo podía creer, me habían activado para patrullar por las calles, en mi semana de fiesta, pese haberles pasado un documento de un médico.
Estaban poniendo en riesgo mi integridad física y la de los compañeros, sin necesidad, en una unidad donde estar físicamente al 100% es vital, ya que en cualquier momento, te pueden requerir para que vayas a un servicio de riego, peleas, asalto a domicilio, etc.
Esa noche, en el trabajo sufrí un percance y tuve que ser atendida en urgencias.
Ese fue el inicio de mi pesadilla, después de eso le siguieron varios episodios más de acoso laboral que tuve que sufrir por parte de este mando. Mentalmente y físicamente, estaba agotada de tener que aguantar una situación así, cuando llegó la gota que colmó el vaso.
El inspector dirigió un escrito a Asuntos Internos, en el que explicaba, diversos temas y pedía que se investigara para que se me sancionara. Es como el que lanza distintas piedras al aire, esperando que caigan encima de la persona que ha puesto como diana.
Me llegó el escrito por email, me lo enviaba asuntos internos. Me quedé perpleja. Llamadme ingenua, pero sigo sin entender como alguien es capaz de mentir para perjudicar a otra persona. Resumiré algunos de los asuntos que mencionaba, para que veáis el aprecio que esta persona sentía por mi:
- “Creo que asiste a programas de televisión sin el consentimiento del cuerpo”.
- “Sube fotos a tiempo real en sus redes sociales, poniendo en riesgo a toda la unidad”.
- “Sube contenido de fotos de la unidad ”.
Afortunadamente, el dicho “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo” es cierto. Pero en ese momento, ya no me quedaban fuerzas, necesitaba ayuda, por lo que activé el protocolo de acoso.
Hice un escrito en el que detallaba la mayoría de las acciones a las que me había visto sometida, bajo el mando de esta persona y aporté pruebas de cada una de ellas.
Mientras las escribía las lágrimas se me deslizaban por mi mejilla, todavía notaba el dolor que me había ocasionado cada una de sus acciones.
Estaba triste e indignada ¿Cómo era posible que esa persona fuera policía y encima inspector?
En mi redactado contesté punto por punto, las falsas acusaciones del inspector. Aporté el documento del Director General de la Policía donde me autorizaba a salir en los medios de comunicación.
Pedí, que revisaran mi cuadrante de trabajo, donde salían los días y las horas que había trabajado, para que vieran, que jamás había subido contenido a tiempo real.
Una de las fotos, que aportó el inspector en su escrito, estaba sacada de mis redes sociales y la añadía como si fuera una foto sacada de nuestra unidad, cuando se veía claramente que el material que llevaban puesto las personas de la foto, no correspondía al de nuestra unidad.
Francamente pensé que la división de asuntos internos rechazaría el escrito del inspector al leerlo, ya que se veía que era una persecución personal la que este mando me hacía.
El inspector se había inmiscuido en mi vida privada, había sacado fotos de mis redes sociales, mencionado entrevistas que había hecho de mi libro en la radio, etc.
Pero me equivoqué, si la situación que viví con el inspector, me pareció surrealista, lo que vino posteriormente, fue aún peor.
La división de asuntos internos estuvo durante más de 6 meses investigándome, analizando cada una de mis apariciones en radio, televisión, redes sociales, YouTube.
¿Qué buscaban?
Estaba claro, un motivo para sancionarme.
Y lo siguiente que me pregunté es ¿Ppor qué?
Y aunque es una hipótesis, puede que les molestara que mis ideas fueran diferentes a las suyas.
Asuntos internos ya se había convertido en el brazo ejecutor de la búsqueda de sancionar a personas con cierta notoriedad que pensaran de manera diferente, yo era una de ellas.
Os facilito una foto sacada de su informe de más de 120 páginas, que refleja parte de la investigación que realizaron.
En ese momento salía en el programa de Hora Punta de Javier Cárdenas y entiendo que no sería de su agrado, puesto que después de su investigación, me aplicaron la sanción, sin cogerme declaración, sin opción a defenderme, solo querían que saliera de ese programa.
Vulneraron mi derecho de defensa.
Mi corazón se aceleró cuando leí la sentencia, notaba como las manos me empezaban a sudar. Me estaban acusando por dos faltas graves, una por aparecer en los medios de comunicación sin causa justificada y la segunda por ir como ponente a un simposio.
¿Pero cómo era posible?
Si para salir en los medios disponía de autorización del Director General de la Policía y lo del simposio fue a título personal. No podía ser cierto lo que estaba leyendo. Continué leyendo.
Estaba horrorizada, me imponían una sanción arbitraria, a la par que injusta, que no se ajustaba a los principios de legalidad, ya que no había cometido ninguna infracción. Tampoco se ajustaba al principio de proporcionalidad.
¿Qué pretendían con ello?
Dice la Ley que la sanción que se le debe imponer al infractor ha de ser la menos restrictiva, es decir la que menos le perjudique, si con ello se consigue el mismo resultado, que con la más restrictiva.
Pues bien, podéis juzgar por vosotros mismos, me castigaron con mes y medio de suspensión de empleo y sueldo.
Lo que me ocasionó que tuviera que pedir dinero prestado a familiares, para poder pagar la hipoteca.
Pérdida de la plaza que tanto me había costado ganar en la ARRO.
Me prohibieron presentarme a cualquier concurso en los siguientes 6 meses. Me bajaron de categoría a Seguridad Ciudadana y me destinaron a otra comisaría alejada de mi domicilio donde tenía que recorrer una distancia de más de 90 km diarios.
Me quedé pálida, no había hecho nada ilegal y ellos lo sabían, con su firma me quitaban mi calma, mi vida, todo por lo que había luchado tanto de manera tan injusta.
Me puse a llorar, llamé a mi familia para explicárselo, pero tuve que colgar el teléfono, no me salían las palabras, tenía la voz quebrada y no podía parar de llorar.
DAÑARON MI IMAGEN
Tuve que pasar el mal trago, de siendo inocente, tener que entregar la placa y mi arma, contener las lágrimas, por no alegrar aún más al inspector que me lo comunicaba, con una mirada altiva.
Dañaron mi imagen, empecé a recibir comentarios en las redes sociales, poniendo en duda mi buen quehacer ya que se habían enterado de lo de mi expediente.
No solo tuve que aguantar el acoso del inspector, sino que a este se le añadió la persecución que sufrí, por una parte de la división de asuntos internos.
Respecto a la queja interna que puse del inspector, han pasado más de un año de aquello y la división de asuntos internos, todavía no me ha llamado a declarar, pese a que tienen la obligación de investigarlo.
Yo tuve que cambiar de destino, mientras el acosador sigue allí, sin haber tenido que responder por sus actos.
He tardado casi dos años en poder hablar de este tema sin que se me salten las lágrimas.
Con el tiempo, lo he analizado fríamente y tengo claro, que su finalidad era la de arruinarme la vida, que cogiera baja por depresión y que desapareciera de su vista. Pero en los momentos más difíciles de tu vida, cuando te hacen tocar fondo, te das cuenta, de que los seres humanos somos más fuertes de lo que creemos. Nos os voy a engañar, consiguieron hundirme temporalmente, pero pude remontar gracias al apoyo de mis seres queridos.
En uno de los momentos más bajos, me hice dos preguntas que arrojaron cierta luz a mi estado de oscuridad ¿Olga, en serio con lo luchadora que eres vas a dejar que ellos te venzan? ¿Acaso tu desarrollo personal y profesional, depende de ellos o depende exclusivamente de ti?
Sabía la respuesta, siempre he luchado por conseguir mis metas y no iba a permitir que un grupo de personas, influyeran en mi futuro. Tenía claro, que mi desarrollo dependía exclusivamente de mi.
Ahora que casi he acabado el escrito seguramente os haréis varias preguntas.
¿Para que lo cuentas? Si parte del sistema falla o es corrupto, ¿cómo crees que lo vas a cambiar tú, una simple agente?
Esa misma reflexión me la hicieron mis familiares.
Pero creo que cada uno de nosotros tiene la obligación de aportar su granito de arena para que las cosas cambien.
El cuerpo de Mossos d’Esquadra, pertenece a cada uno de los efectivos que formamos parte de él y, por ello, debemos cuidarlo, respetarlo y dar a conocer situaciones como la mía, para evitar que se vuelvan a repetir.
Tened claro que, independientemente del cargo que ostenten, ellos son personas como tú y como yo, que deberán responder ante la ley por sus acciones.
Por último deciros que recurrí la sentencia de Asuntos Internos y tendré el juicio el 6 de mayo del 2020.
Estoy convencida de que se hará justicia y lo ganaré.
Gracias por leerme.
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