Firmas

El síndrome de alienación parental no existe, por ley, pero es una realidad incuestionable

El síndrome de alienación parental no existe, por ley, pero es una realidad incuestionable
El abogado José Luis Sariego Morillo, autor de esta columna.
25/4/2021 06:46
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Actualizado: 25/4/2021 00:26
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Estaremos de acuerdo en que el síndrome que titula este artículo no existe. Pero que hay niños que son abofeteados por un progenitor u otro; es una realidad incuestionable.

Tampoco existe el síndrome de la mujer maltratada o del hombre maltratado. Pero que hay mujeres y hombres que sufren maltrato en la pareja, es otra realidad incuestionable.

No existe el síndrome de alienación marital. Pero, ¿cuántas veces vemos a mujeres justificar los oprobios actos de su maltratador?

Tampoco existe el síndrome de Estocolmo, pero que Estocolmo es la capital de Suecia donde ocurrió un hecho que dio lugar a estudios científicos sobre el comportamiento de rehenes, es indudable.

El síndrome del efecto espectador tampoco existe, pero sí existe gente que prefiere grabar cómo sufre una persona para subirlo a la red, en vez de ir a auxiliarla.

Tampoco existe el síndrome de la Moncloa, pero todos sabemos cómo irse a vivir allí, produce en los gobernantes cierto grado de pérdida de conexión con la realidad.

Ninguno de los “síndromes” arriba mencionados se encuentran reflejados en el CIE 11 ni en el DSM5.

Pero ello no significa que no existan las situaciones que reflejan dichas ideas.

Recuerdo ahora que, hace años, varias sociedades fueron convencidas (alienadas) de que el Holocausto, el Holomodor o los Gulags no existieron.

Aún hay gente fanática que niega su existencia.

Y se preguntará el lector a qué viene todo esto. Y no es más que llamar la atención sobre que en el Congreso se ha aprobado una ley (Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia) que prohíbe que en un Juzgado se pueda reconocer que un niño pueda sufrir alienación parental, porque el síndrome de alienación parental (SAP) no existe (artículo 10).

Pero, ¿eso significa acaso que no existe la alienación parental como maltrato infantil?

No existe el síndrome del robo o el síndrome del estafador, pero esto no significa que no existan robos y estafas.

Se asocia mucho la idea de la alienación parental como algo negativo, pero no toda alienación es negativa. De hecho, en la educación de los niños, a veces, es necesaria la alienación parental.

Nadie se imagina que a los hijos de la ministra de Igualdad, por ejemplo, se les pueda obligar a ir a un colegio religioso.

Porque la ministra, como cualquier otro ciudadano, tiene derecho a elegir la educación que ella crea conveniente para sus hijos. Incluso si quiere que sus hijos reciban charlas de cómo masturbarse o en las que se diga que los niños son violadores o asesinos en potencia por culpa del machismo o del patriarcado. Y está en su derecho.

De alguna forma, decidir la educación que va a recibir un hijo en casa y en el colegio es un acto de alienación parental.

En otra esfera social, los partidos y sindicatos no son más que una extensión de la alienación parental de alguna forma y, que se trasforman en estructuras alienadoras y alienantes, desde el punto de vista social y político.

De hecho, en nuestro país no puedes elegir tú mismo a tu candidato.

Es el partido o el sindicato y sus líderes (cuales sectas) quienes deciden a quién puedes votar. Es curioso cómo se usan las listas cerradas para asegurarse de que cada miembro esté suficientemente “alienado” con los líderes que ostentan el poder.

Recordemos cómo el Partido Popular no hace mucho echó a un lado a Cayetana Álvarez de Toledo de portavoz en el Congreso porque no estaba suficientemente alienada y no mostraba lealtad ideológica a los líderes del partido.

Era una hoja suelta en la rígida estructura del partido, en la que muchos se alinearon contra la señora Álvarez, para quitarla de en medio.

La alienación parental negativa no es una forma de amor o generosidad como muchos creen. La alienación es, en este caso, una forma de lograr adeptos leales e incondicionales al líder.

Recordemos el caso de la madre granadina que secuestró a sus hijos y los alienó contra su padre, y se nos vendió la idea de que era una “Madre Coraje”.

O el caso de las madres de Infancia Libre, que llegaron a convencer a algunos de sus hijos, de que sus padres eran el mismo diablo.

LO QUE UTILIZAN ALGUNOS PROGENITORES PARA ALIENAR AL OTRO

Igual ocurre con la alienación parental.

Los progenitores que alienan a sus hijos para que rechacen al otro progenitor, usan herramientas tales como: La inducción a la falsa memoria (que cuando eras pequeño, tu padre/madre te pegaba y no puedes acordarte). Mintiendo a sus hijos de forma descarada (es que tu padre/madre te abandonó). Haciéndose pasar por víctima (cuando te vas con tu padre/madre me siento muy triste), etc. no lo hacen por amor.

Lo que hacen es maltratar sus hijos, desde el punto de vista psicológico.

Con ello logran varias cosas: seguir teniendo el control y el poder de decisión sobre los hijos, logran un seguidor fiel, un adepto incondicional, un cómplice de sus actos.

Olvidan que pierden el amor de sus hijos de forma irremediable. Ya que un hijo educado en el odio (al otro progenitor, a los homosexuales, a los fachas, a los rojos, etc.) será un adulto incapaz de comprender qué es el amor. Si a un niño no les enseñas matemáticas, no sabrá sumar.

En la reciente 29ª conferencia científica internacional de terapeutas forenses, ha quedado patente que las secuelas psicológicas que sufre un niño objeto de alienación parental son:

  1. El síndrome del Emperador.
  2. Bloqueos emocionales que llevan a la depresión o a la ansiedad.
  3. Desarrollo de un trastorno límite de la personalidad.
  4. Desarrollo de autismo afectivo.
  5. Desarrollo de una personalidad psicopática.

Los expertos nos han aclarado que el daño psicológico es muy grave en estos niños.

Y demasiadas veces, es además irreversible.

Pero quiero rizar el rizo.

RECONOCIDA EN VARIOS TRATADOS INTERNACIONALES

La alienación parental, de alguna manera, está reconocida en varios tratados internacionales y por nuestra propia Constitución.

Los padres tienen derecho a educar a sus hijos en la forma que crean más conveniente, sin que se pueda interferir en ello. Si quieren que el niño sea del Atlético, del Rayo o del Real Madrid, estarán en su derecho a hacerlos seguidores de uno u otro equipo. Si quieren que reciban una educación religiosa determinada, tienen derecho a ello.

Y así, los padres son los responsables de elegir y decidir la educación y las ideas que quieren trasmitir a sus hijos. Y si quieren trasmitir amor, humanidad o que sean del Madrid o del “Barsa”, etc. O prefieren trasmitir odio y rechazo al que es o piensa diferente a su progenitor alienador.

El niño alienado no será un adulto con ideas propias o espíritu crítico. Recordemos las consecuencias para los niños educados dentro de las juventudes hitlerianas, que con sólo seis años ya odiaban a los judíos, a los gitanos o a los homosexuales.

Por ello, traigo a colación la Convención de los Derechos del Niño que establece en su artículo 2, por ejemplo, que “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares”.

En el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales se recoge que “Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia” (artículo 8) y que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de los ritos” (artículo 9).

En la Declaración Universal de Derechos Humanos se dice que “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos” (artículo 26).

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, hecho en Nueva York el 19 de diciembre de 1966 nos recuerda que “los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (artículo 18).

Y nuestra Constitución dice textualmente que “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27).

Pero todas estas normas también recogen que se evitará que los niños en este contexto y en cualquier otro, sufran maltrato o abuso infantil.

Si se parte de la idea de es que la comunidad científica internacional no esta de acuerdo con la existencia del síndrome de alienación parental, y por ende, éste no existe,

¿Acaso no deberíamos hacer lo mismo con la Covid19?

NEGACIONISTAS

Porque tenemos claro que en este asunto de la covid19 no hay una opinión unánime, y mucho menos, con el asunto de las vacunas.

Por eso opino que negar la existencia de la alienación parental me recuerda muy mucho a las posturas negacionistas sobre la covid19.

Con la alienación parental ocurre que la clase política se pone muy nerviosa. Y ello es porque es una idea que pone en peligro la imagen del sistema actual de partidos y sindicatos, faltos de democracia interna y organizados como sectas, en los que para mantenerse en el poder absoluto, deben usar la alienación incondicional de sus miembros, como herramienta que les garantice “el puesto”.

Por ello, creo que la alienación parental que se ejerce sobre un niño para que odie o rechace al otro progenitor es un crimen, como lo es la alienación que ejercen los líderes de las sectas tóxicas, o los líderes de los partidos, sindicatos y asociaciones tóxicas que pululan por el espacio político y social de nuestro país.

Sobre todo, aquellos políticos que en vez de proponer soluciones a los problemas que sufre la gente, solo se dedican a acusar al contrario a sus ideas, de que son el mismo diablo. Como hacían y siguen haciendo las madres de Infancia Libre.

O como ese niño que se va de la reunión (debate) si los demás no se doblegan a sus exigencias.

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