Un juez desposee a un trabajador de su pensión vitalicia, por incapacidad permanente total, al demostrarse que no estaba tan mal
La Agencia de Detectives Distrito 46 de Valencia investigó al trabajador supuestamente impedido empleado en la Heladería Pistacho de Cullera, Valencia, donde hacía funciones para las que supuestamente no estaba capacitado, lo que pudo ver el magistrado del caso en un informe videográfico que se proyecto en el juicio. Foto: Google Maps.

Un juez desposee a un trabajador de su pensión vitalicia, por incapacidad permanente total, al demostrarse que no estaba tan mal

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05/2/2022 01:00
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Actualizado: 05/2/2022 15:47
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El magistrado Juan Peña Osorio, titular del Juzgado de lo Social 7 de Valencia, quitó al trabajador David Claver la prestación por incapacidad permanente total, lo que suponía una pensión vitalicia de 700 euros netos al mes (por doce mensualidades).

El juez se convenció, a través de un completo informe, que comprendía grabaciones audiovisuales y fotografías aportadas por un detective, de que la mano derecha del trabajador, que se suponía que le había quedado inutilizada, en realidad estaba plenamente operativa.

Así lo acuerda en su sentencia número 33/2022 de 27 de enero, por la que anula la resolución del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), desde donde le habían reconocido la incapacidad permanente total. Y la ha transformado en una prestación por lesiones permanentes no invalidantes.

Esto supone que no percibirá los 200.000 euros que le habrían correspondido a Claver hasta su jubilación. En vez de eso, el magistrado le reconoce solo 6.800 euros.

La demanda contra Claver había sido interpuesta por José Manuel Muñoz Flores, de 30 años, examigo suyo.

Éste era un pequeño empresario que cinco años atrás, en 2017 había conseguido el traspaso de una panadería-pastelería en Paiporta, localidad a pocos kilómetros al sur de Valencia, donde horneaba el pan de madrugada.

Muñoz Flores, antes empleado de un antiguo panadero, le había comprado el negocio al jubilarse; se había metido en una inversión de 50.000 euros, mediante un préstamo, para modernizarlo.

Tenía, además, dos empleadas contratadas.

UN «FAVOR» A UN AMIGO

Con el fin de echar una mano a Claver, quien formaba parte de su cuadrilla de amigos del pueblo, porque no encontraba trabajo, le propuso que se fuera a trabajar con él como ayudante de panadero.

Él le enseñaría el oficio, le prometió.

Sin embargo, la noche del primer día de trabajo, el 7 de marzo de 2017, Claver, al que Muñoz Flores no le había hecho contrato todavía, sufrió un aparatoso accidente en la máquina amasadora que le destrozó literalmente la mano derecha. O eso pareció.

El resultado, según los médicos que hicieron el peritaje, fue una «mano catastrófica». Lo que se denomina «mano de predicador», porque aparentemente quedaron completamente inutilizados el cuarto y el quinto dedo y sin fuerza el resto de la mano. Inutilizada para ejercer el oficio de ayudante de panadero.

El informe de valoración del INSS, de fecha 22 de marzo de 2018, concluyó que Claver presentaba limitación para realizar “algunas actividades de manipulación con la mano derecha (dominante)” y le reconoció la prestación por incapacidad permanente total ocho meses después, en noviembre de 2018.

Para Muñoz Flores aquello fue su desastre económico. Una auténtica losa. Porque los 200.000 euros de la pensión vitalicia de Claver corrían de su bolsillo al no haberle hecho contrato.

A eso había que sumar otros 168.249 euros por los recargos de prestaciones del INSS, los intereses devengados, las operaciones quirúrgicas al trabajador y los gastos médicos. Total 368.249 euros, que no tenía. Porque su familia era de clase obrera.

Las consecuencias fueron devastadoras. Tuvo que cerrar la panadería-pastelería y el horno y despedir a las dos trabajadoras. Con esa losa de deudas encima, consiguió trabajo como empleado en una quesería, de cuyo salario le descontaban los emolumentos consiguientes. Una deuda que le impedía levantar cabeza de ninguna manera. Porque no podía tener nada a su nombre ni hacer transferencia bancaria alguna.

ENTRA EL DETECTIVE EN ACCIÓN

Huelga decir que la amistad entre los dos antiguos amigos se hizo trizas por completo.

Dejaron de tener relaciones. Y nada parecía que fuera a cambiar hasta que, tiempo después, Muñoz Flores se enteró de que Claver estaba trabajando como camarero en Cullera, localidad a 50,4 kilómetros al sur de Paiporta. Concretamente en la Heladería Pizzería Pistacho, propiedad de la mercantil Heladería Pistacho, S.L.

Y parecía que manejaba bien la mano derecha. Que no la tenía inutilizada.

Joaquín Gimeno, su abogado, le explicó que la única forma de demostrar ante la Justicia que podía trabajar en un oficio similar al de ayudante de panadero, como era el de camarero, era contratando los servicios de un detective privado.

Esa era la única posibilidad que tenían para presentar una demanda. Era su única bala.

Juan de Dios Vargas, director de la Agencia de Detectives Distrito 46, de Valencia, asumió el encargo.

El resultado fue un informe completo, con fotos y vídeo, en el que demostró que Claver había estado trabajando entre el 2 de junio y el 23 de septiembre de 2018 –el INSS le reconoció la incapacidad permanente total en noviembre de ese año–, entre el 3 de junio y el 1 de septiembre de 2019 y entre el 13 de junio y el 11 de agosto de 2020.

En el vídeo que se proyecto durante el juicio, el 21 de diciembre de 2021 –y que no fue impugnado por la otra parte– se vio a Claver manejando bien la mano derecha en varios cometidos, incluso poniendo helados en cucuruchos, donde era necesario ejercer una evidente fuerza.

Así lo recoge el magistrado en su sentencia: «En dicho trabajo, como resulta del informe del detective privado, ratificado en el acto del juicio durante la testifical del mismo, el trabajador prepara las mesas, apila sillas y prepara con la cuchara de helados los helados, en tarrinas y cucuruchos, y los sirve, así como las bebidas (preparando cócteles); cobra y devuelve el cambio; ayuda en tareas de limpieza. En el desarrollo de dichas tareas utiliza la mano derecha (p. ej. para preparar los helados maneja la cuchara de helados siempre lo hace con dicha mano, lo mismo que la utiliza para devolver el cambio, etc)».

Y añade: «Los requerimientos de carga biomecánica de la mano tanto para la profesión de pandero (u operador de fabricación de pan) como para la profesión de camarero por cuenta ajena son elevados, en ambos casos se valoran con 3 puntos en la guía del INSS de valoración profesional, lo mismo que con 2 puntos los requerimientos de precisión. Y no aparece concretado ningún requerimiento fundamental de la profesión de ayudante de panadería para el cual esté impedido el trabajador».

El magistrado constata en su fallo que Claver no tenía impedida la mano: «cabe razonablemente concluir que no había constancia de que dicho trabajador estuviese impedido para desarrollar todas o las fundamentales tareas de su profesión de ayudante de panadería».

Por ello, deja sin efecto la incapacidad permanente total acordada por el INSS y le reconoce, a cambio, los 6.800 euros de prestación por lesiones permanentes no invalidantes.

Las consecuencias para José Manuel Muñoz Flores es que ha podido recuperar su vida. La losa económica ha desaparecido de sus espaldas.

«Es como si le hubiera tocado la lotería», afirma su abogado, Joaquín Gimeno.

Lo que nunca volverá a hacer, si consigue poner en marcha otro negocio, será dar trabajo sin firmar un contrato previo.

Esa lección la ha aprendido bien. Imposible de olvidar.

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