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El arte de pedir a un abogado que trabaje gratis

El arte de pedir a un abogado que trabaje gratis
El autor de esta columna es socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho.
24/2/2021 06:50
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Actualizado: 23/2/2021 21:07
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Era un uno de mayo y me encontraba solo en el bufete. Esa mañana estaba allí porque tenía una cita con un cliente y el compañero que me lo había recomendado me advirtió de la urgencia del caso.

Oí el timbre y me acerqué a la puerta para abrir, llevándome una gran sorpresa cuando por fin conocí al que podría ser mi nuevo cliente.

Aunque su cara me resultaba muy familiar y reaccioné llamándolo por su nombre, no esperaba encontrarme con ese personaje ese día, a esa hora y en ese lugar.

Mientras disimulaba mi asombro, en los primeros instantes tuve la sensación de vivir un sueño o que me habían gastado una broma.

¿O era magia?

Muy seguro de sí mismo, sonriente, perfectamente vestido con traje oscuro y una corbata de Hermés, levantó su mano derecha para saludarme.

“Muchas gracias, don Luis, por recibirme en un día de fiesta”

Sí, era él mismo con su característica voz. Lo invité a pasar a mi despacho y me pidió disculpas por haberle rogado al abogado que lo había remitido que no me revelara su identidad.

Le respondí que desde luego no había imaginado tenerlo alguna vez en mi bufete y que me alegraba de recibirlo comprendiendo la discreción.

Al confiarme que deseaba encargarme todos sus casos pues su pariente le había hablado muy bien de mi, sacó de su bolsillo un pendrive de acero y me lo ofreció indicándome que ahí estaban todas las causas.

Yo no sabía aún que ese dispositivo contenía unas diez mil páginas.

Antes de dos semanas tendría lugar una declaración en los juzgados de Plaza de Castilla y él pretendía que su nuevo abogado interviniese ese día por primera vez.

Yo conocía todos sus procesos por los medios de comunicación ya que eran todos tan públicos como él mismo. Desde que salió a la luz el primer caso, él y sus causas penales se convirtieron en mediáticos, haciendo una gira por todos los platós de televisión.

A un abogado penalista le gustan los retos y todos los casos de ese señor eran interesantes.

Anselmo, llamémoslo así, era muy desenvuelto y simpático en su conversación, y oyéndolo contar sus venturas y desventuras, nadie diría que era en aquel entonces uno de los imputados más famosos de España.

Le dije que estudiaría el contenido del pen y nos pondríamos en contacto con él para fijar una segunda cita tras mi vuelta del viaje a Nápoles y Capri.

Cuando tomé el avión al día siguiente y comprobé el volumen de los cinco expedientes judiciales, supe que en ese viaje con mi familia no iba a descansar tanto como había previsto.

Por las noches, cuando todos dormían y por la mañana antes de salir a correr bajando desde el casco antiguo de la ciudad  hasta el puerto, aprovechaba varias horas para familiarizarme con esos asuntos que querían encargarme.

También pensaba en los honorarios que habría de solicitar mientras trotaba.

HONORARIOS

Difícil tarea ésta la de calcular unos justos honorarios, pues a veces acertamos y otras no. Como dijo una vez en un consejo de administración un contrario que tenía mucha razón: “¡Pues a mí todo lo que pueda cobrar me parece poco, pues sé las horas que trabajo y lo duro que es todo esto!”

Solo por las diez mil páginas que por ahora ocupaban las actuaciones, porque eran cinco causas, de quién se trataba, por lo mediático de los casos, por las horas que habría que dedicar a la defensa, todas las diligencias a las que tendría que asistir, los días que durarían los juicios, sólo por todo esto, la minuta debería ser alta.

Pensé en proponerle al cliente unos honorarios iniciales que serían la mitad de lo que habitualmente hubiera calculado y una cuota mensual sensiblemente más baja a lo que hubiera requerido en otros casos.

Me interesaba llevar esta defensa.

Vi al cliente a mi regreso y tras informarle de mi impresión sobre los distintos asuntos en los que estaba involucrado y la estrategia de defensa que podríamos seguir, expuse mis honorarios.

Sin pestañear, me dijo que tenía que marcharse a un trofeo de tenis y que en un par de días me respondería.

No recibí su llamada y tras una semana pregunté a su pariente abogado, quien me dijo que él estaba seguro que yo era el abogado indicado para la defensa de su sobrino pero que las cosas ya no eran como antes en la profesión y Anselmo había decidido nombrar para su defensa a un penalista que trabajaría gratis a cambio de la publicidad que unos juicios tan televisivos le reportarían.

Yo le dije que le había rebajado mi tarifa habitual pero que nunca llevo un asunto gratuito por ser mediático; al contrario, pues debes dedicar muchas horas a los medios y además esa circunstancia te condiciona la forma de trabajar.

Así que les deseé buena suerte.

OTRA PROPUESTA DE TRABAJAR SIN COBRAR

En una fecha más cercana, me encontraba en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla tomando un aperitivo mientras repasaba mi agenda tras terminar un juicio en los cercanos juzgados y sonó el timbre de mi móvil preguntándome uno de mis administrativos si podría pasarme una llamada de un familiar de un preso muy famoso, a lo que contesté afirmativamente.

El primo de ese interno en Soto del Real me solicitó que fuese a verlo cuanto antes pues necesitaba cambiar de abogado tras unas diferencias con su abogada actual.

Le informé de mis honorarios por trasladarme a prisión y me dijo que lo consultaría pues no tenían mucho dinero.

Y yo le dije que si tenían que pensarse una cifra como esa, debería trasladarle ya mis honorarios por el caso, el cual conocía bien por la prensa y perfectamente podría calcular los honorarios, como así hice.

La respuesta del pariente fue: “¡Hombre, la idea de mi primo es que usted se cobre con las entrevistas que le van a llover en la tele por este caso!”

Le respondí que yo no llevaba de forma gratuita defensas complejas y en las que solicitaban muchos años de prisión. Otra cosa bien distinta sería el caso de un amigo o un familiar, porque yo lo decidiese así.

Propuestas como ésta recibo varias todos los años sobre los casos penales más famosos de España. Me dicen los clientes y sobre todo los familiares, que suelen ser los que llaman, que “ese caso me va a dar mucha fama”.

Es decir, ellos no ponen nada y yo lo pongo todo.

Bien está que una defensa en un proceso interesante para los medios de información, nos de a los abogados unas horas de gloria, pero que por ese motivo haya que trabajar gratis, es un ofrecimiento que yo no he aceptado nunca.

Sin embargo, sé que sí hay abogados penalistas que están dispuestos a trabajar sin cobrar un duro a cambio de horas de televisión.

Por motivos éticos, de organización y sobre todo de dignidad, nunca me he prestado a ello.

Si yo invierto cientos o incluso miles de horas de trabajo en una defensa o acusación y no cobro nada, tendré que decirle que no a otros clientes que sí estén dispuestos a pagar un justo precio por mi tiempo y que valoran realmente mi trabajo.

Algunos de esos compañeros me han explicado que con las entrevistas que consiguen en los medios, les llegan otros casos menos conocidos que sí cobran.

El caso más reciente de un ciudadano que me propuso trabajar de balde fue el de un español afincado en un país centroeuropeo que tras haber perdido un pleito de una cuantía importante y solo ver estimada una mínima parte de sus pretensiones, deseaba ejercitar acciones penales contra algunos de los testigos que habían depuesto en ese pleito.

A través de mi secretaria le facilité un presupuesto que incluía honorarios fijos al contratar y honorarios a porcentaje sobre la cantidad que finalmente pudiese obtener en concepto de responsabilidad civil.

La respuesta a nuestro correo adjuntando nuestra minuta, fue proponernos trabajar a resultado aplicando sólo el mismo porcentaje que le habíamos indicado, pues advertía que ya había gastado mucho en abogados y no deseaba arriesgar más.

Desde luego, respeto mucho como aplican la libertad de honorarios mis compañeros, pero yo tengo claro que las más de cincuenta horas que dedico a la semana a mi trabajo deben ser compensadas.

El tiempo corre y nos quitamos tiempo de ocio, para la familia, de nuestros hobbies, etc., y debemos saber valorar todo el sacrificio que hacemos cada vez que asumimos una defensa.

No debemos dejar que se aprovechen de nosotros aquellos que no valoran nuestra entrega.

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