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La polémica sentencia del caso «Paccar» que ha hecho temblar los cimientos de la financiación de litigios en el Reino Unido (y II)
03/10/2023 06:35
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Actualizado: 03/10/2023 11:14
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Como vimos la semana pasada, aunque las formas entre ‘barristers’ rivales son usualmente de una gran deferencia profesional, en ocasiones se producen inevitables choques, colisiones ante los tribunales de Su Graciosa Majestad que nos han llegado en forma de divertidas anécdotas.
Entre estas está la que recuerda el enfrentamiento que tuvo lugar entre Wilkins, un ‘barrister’ famoso por el estilo pomposo de su inflada oratoria, contra Thomas, cuya manera de hablar era mucho más más ligera y animada.
Así, se cuenta que al final de un pesado turno de conclusiones del primero, repleto de latinajos y con aquél particular gusto de oírse a si mismo resonando en la sala, Wilkins se sentó finalmente, dando merecido descanso a los oídos del juez y de todos los miembros del jurado.
A continuación, el ‘barrister’ Thomas se levantó y, con la mirada fija en su oponente, inició su discurso ante el jurado con las siguiente palabras, pronunciadas con mucha solemnidad y grave entonación:
– Y ahora se ha acabado el rollazo (‘and now the hurly-burly’s done’).
Se dice que Wilkins se giró hacia su oponente con ojos como puñales, para disfrute de todo el personal presente aquél día.
En fin, rivalidades entre ‘barristers’ aparte, volvamos al asunto ‘Paccar’ que dejamos colgado el último día.
El tema estaba en decidir si los contratos de financiación de los demandantes con unos fondos de financiación eran DBAs ( ‘Damages-Based Agreements’) o Contratos Basados en Daños y Perjuicios, tal como alegaban los demandados, o no.
Para ello, los demandados alegaban que, en virtud de esos contratos los fondos recibirían, a cambio de la financiación, una parte las indemnizaciones de daños obtenidas por los demandantes por el llamado ‘Cártel de los Camiones’.
El problema estaba en que si esos acuerdos eran efectivamente ‘DBAs’ no cumplirían entonces con los requisitos establecidos con las ‘Damages Based Agreements Regulations 2013’, entre otras normas y, por tanto, estos contratos resultaban inejecutables.
Y es que, de confirmarse este extremo, la inoperatividad de los contratos de financiación suponía, además que el ‘Competition Appeal Tribunal’ no autorizara las acciones colectivas de los demandantes, un permiso preceptivo de conformidad con el derecho del Reino Unido.
LA DECISIÓN DE LA ‘COURT OF APPEAL’ EN EL CASO ‘PACCAR’
Como ya sabemos, el ‘Competition Appeal Tribunal’ o ‘CAT’ consideró que los acuerdos de financiación no entraban dentro de la categoría de ‘DBAs’ lo que suponía dar luz verde a las acciones colectivas de los demandantes.
En pocas palabras, el ‘CAT’ entendió que los contratos de marras no incluían una “gestión de las reclamaciones”, lo que llevó a los miembros del tribunal a concluir que de DBAs nada y, por tanto, a autorizar las acciones contra los miembros del ‘Cártel de los Camiones’.
Recuerden lo de “servicios de gestión de reclamaciones” (‘claims management services’) porque será importante.
Total que, como ya sabemos, los demandados no se conformaron y llevaron la decisión del ‘CAT’ ante la jurisdicción ordinaria mediante lo que se denomina ‘Judicial Review’, algo parecido a lo que sucede en España cuando se recurre ante la jurisdicción de lo contencioso-administrativo.
Y efectivamente, la ‘Court of Appeal’ en funciones de ‘Divisional Court’ constituyó un tribunal compuesto por los Lord Justices Henderson y Singh y Lady Justice Carr para conocer de la cuestión preliminar sobre si los dichosos contratos de financiación eran DBAs o no.
Por cierto, ya que hablamos de Lady Justice Carr, es importante señalar que Su Majestad el Rey Carlos III del Reino Unido ha tenido a bien aprobar el nombramiento de Dame Sue Carr como ‘Lord Chief Justice of England and Wales’, el equivalente a la presidencia del Consejo General del Poder Judicial en España.
Así es, desde el pasado 1 de octubre de 2023 y tras la jubilación de The Rt Hon. the Lord Burnett of Maldon, Dame Sue Carres la Presidenta de los Tribunales de Inglaterra y Gales y Jefa del Poder Judicial de Inglaterra y Gales, la 98ª persona que ocupa este cargo histórico y la primera mujer en toda su historia.
Y no es poca cosa, como se imaginarán.
En fin, volvamos al caso ‘PACCAR’.
Y así los jueces de apelación desestimaron el recurso de los demandadados, confirmando la interpretación que habían hechos los miembros del ‘CAT’ y señalaron que los contratos de financiación no entraban dentro de la categoría de los DBAs.
Nuevamente, para los miembros del tribunal el elemento relevante era el hecho de que los contratos de financiación no incluían “servicios de gestión de las reclamaciones”, por lo tanto los acuerdos no incumplían ninguna regulación y podían ejecutarse sin ningún problema.
Peeeeero como suele pasar cuando hay mucho parné en juego, los recurrentes elevaron la cuestión a la última instancia posible del país: El Tribunal Supremo del Reino Unido.
Y ahí que nos vamos.
EL CASO ‘PACCAR’ ANTE EL TRIBUNAL SUPREMO.
Como curiosidad, DAF recurrió directamente ante el Tribunal Supremo del Reino Unido utilizando el procedimiento de apelación llamado “salto de rana”, (‘leapfrog appeal’), un procedimiento excepcional de conformidad con el artículo 13 de la Ley de Administración de Justicia de 1969 (‘Administration of Justice Act 1969’).
Y además, por si no eran suficientes partes, la patronal del sector, la poderosísima ‘Association of Litigation Funders of England & Wales’ también fue autorizada por el Tribunal Supremo a intervenir en el procedimiento y presentar alegaciones, dado que los fondos se estaban jugando muchísimo en este procedimiento, como veremos más adelante.
¿Y qué dijo el Tribunal Supremo del Reino Unido?
Pues muy sencillamente, el más alto tribunal resolvió lo que muchos pensaban: que los contratos de financiación de ‘UK Trucks Claim Ltd’ y la ‘Road Haulage Association’ con los fondos de financiación eran DBAs puros y duros.
En efecto, mediante una sentencia de 98 páginas del pasado 26 de julio de 2023, la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo tumbaron las decisiones anteriores tanto del ‘CAT’ como de la ‘Court of Appeal’ y estimaron el recurso de DAF.
Lord Sales, como ponente, redactó la opinión mayoritaria del tribunal, con el acuerdo de Lord Reed, Lord Leggatt y Lord Stephens, concluyeron que los “servicios de gestión de reclamaciones” también podían abarcar a los meros acuerdos de financiación si se interpretaba según su significado ordinario.
De ahí que, para el Tribunal Supremo, el término “servicios de gestión de reclamaciones” en la legislación aplicable debe intepretarse en un sentido amplio ya que no se especifica su contenido, por lo que esta interpretación bien permite incluir también a los contratos de financiación examinados dentro del concepto de ‘DBAs’, incluso aunque ello suponga -como en este caso- que los contratos resulten incompatibles con la regulación.
El resultado de todo ello es que el Tribunal Supremo resolvió que los contratos de financiación eran DBAs, y como no cumplían la estricta normativa que los regula, los acuerdos no podían ejecutarse.
Curiosamente, la sentencia contó con el voto particular de un miembro del Tribunal Supremo, Lady Rose, quien coincidió con la ‘Divisional Court’ y el ‘CAT’, al considerar que «la prestación de asistencia financiera sólo está incluida en el término “servicios de gestión de siniestros” si la presta alguien efectivamente en el sentido ordinario de dicho término”, concluyendo así que el recurso de DAF debía desestimarse.
LAS CONSECUENCIAS DE LA SENTENCIA ‘PACCAR’
Mucho se está hablando de las consecuencias de la sentencia del caso ‘PACCAR’ ya que supone un golpe brutal a la práctica en la industria de la financiación de litigios del Reino Unido tal y como se había entendido hasta ahora.
Y es que existen en la actualidad muchísimos otros casos que cuentan con contratos de financiación con términos parecidos o idénticos al caso ‘PACCAR’ y que ahora serán considerados como DBAs y, en consecuencia, ilegales e inejecutables a todos los efectos.
No obstante, aquellos otros acuerdos de financiación donde los beneficios del fondo fueron estructurados no en el reparto de un porcentaje de las indemnizaciones por daños, sino simplemente en función de un múltiplo de la inversión inicial, no están afectados ya que no entran en la calificación de DBAs.
Según parece, muchos fondos ya han tomado medidas para hacer frente al impacto de la sentencia, sobre todo para evitar sorpresas, por ejemplo, si los demandantes que ganen sus casos tratan de evitar pagar cantidades sustanciales a los financiadores alegando de los contratos de financiación no son ejecutables.
Que ya sabemos que el diablo sabe más por viejo, que por diablo.
A propósito del tema, el gran Montagu Williams Q.C. cuenta una historia ilustradora del fino sentido del humor británico.
Según parece, había en aquellos tiempos dos ‘barristers’, uno de los cuales había hecho una gran fortuna pero trabajaba incansablemente y no tenía un solo momento para disfrutar de sus ganancias.
Por el contrario, el otro no ganaba tanto dinero pero gustaba de disfrutar de la vida, gastándolo todo en darse caprichos y homenajes.
La cuestión es que se encontraron en una ocasión al final de las vacaciones de verano, y el ‘barrister’ más acaudalado preguntó a su compañero menos afortunado qué había estado haciendo.
– Pues he estado en el continente, disfrutando de unas fantásticas vacaciones.
Y a continuación preguntó a su colega más rico:
– ¿Y qué has estado haciendo tú?
– Yo he estado trabajando. No he salido de Londres ya que tenía mucho trabajo que hacer.
A lo que el compañero respondió:
– ¿De qué te sirve? Recuerda que no podrás llevarte el dinero contigo cuando mueras; y aunque pudieras, ¡Pronto se derretiría! (‘What is the use of it? Remember, you can’t carry the money with you when you die, and even if you could, it would soon melt!’).
Hasta la semana que viene, mis queridos anglófilos.
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